La Cuenta de Pérdidas y Ganancias Analítica

I La Cuenta de Pérdidas y Ganancias Analítica

1) Introducción

Como es sabido, la Cuarta Directiva de la CEE (78/660/CEE) permitió a los Estados Miembros la posibilidad de introducir en sus legislaciones nacionales uno o varios modelos de cuentas anuales de entre los previstos en su texto.

De las opciones contempladas para la presentación de la Cuenta de Pérdidas y Ganancias, nuestra Ley de Sociedades Anónimas se inclinó por mantener la continuidad en la tradición contable; esto es, estableció una clasificación de gastos e ingresos por naturaleza con disposición horizontal, y el plan contable de 1990 promulgado como desarrollo reglamentario de la Ley Mercantil, reguló la presentación obligatoria de los resultados en un formato con el mismo criterio, aunque con mayor desglose para el conjunto de cuentas que la integran.

Las modificaciones sustanciales introducidas por el PGC respecto al contenido de la Cuenta de Pérdidas y Ganancias, han venido dadas por los cambios realizados en la estructura de los grupos de gastos e ingresos, llevados a cabo con el fin de facilitar un cálculo más económico de los resultados, pretendiendo favorecer con ello la determinación de magnitudes tan relevantes para el análisis de la actividad empresarial como el valor añadido generado.

No es de extrañar tal orientación de la Cuenta de Pérdidas y Ganancias encaminada a la obtención del valor añadido, pues ante todo, es un importante instrumento de análisis que da idea de las rentas generadas por la empresa y de su reparto, sin olvidar su carácter de elemento de conexión entre la micro y la macro contabilidad en la medida en que el agregado del valor añadido de todas las empresas conduce a una magnitud próxima a la renta nacional. No obstante, la realidad plasmada en la Ley ha sido contradictoria con tales argumentos, puesto que la cifra de valor añadido y demás saldos intermedios de gestión no están recogidos expresamente entre las Cuentas Anuales obligatorias .

 

Sucede lo mismo en la cuenta de resultados de la Cuarta Directiva, en la que estando la disposición de ingresos y gastos orientada a la obtención del valor añadido bruto, en ningún caso se hace mención de esa magnitud. El motivo de esa ausencia pudo ser que en las discusiones previas a la aprobación de la Directiva, no hubo desde el IASC ninguna iniciativa sobre esta cuestión, y que en todo caso, por tratarse de un texto general de contenidos mínimos, se considerase entonces que incorporar tal concepto suponía contemplar aspectos demasiado específicos,

Gallizo, J.L. (1990a).

La razón que, a nuestro modo de ver lo justifica es que, desde sectores oficiales no se estimó oportuno introducir innovaciones importantes, que sin repercutir directamente en las exigencias de la información externa, provocasen costes adicionales de adaptación.

Por tanto, aunque tales avances no encontraron acomodo entre las normas reguladoras de la presentación obligatoria de cuentas, al menos sabemos que a partir del PGC de 1990 disponemos de una interesante novedad en nuestras prácticas, consistente en elaborar cuentas de pérdidas y ganancias siguiendo un modelo opcional dentro de las posibles que ofrece la IV Directiva, concretamente, aquel que responde a una clasificación de ingresos y gastos por naturaleza y presentación en forma de estado. Con lo cual, España, como país miembro de la CEE utiliza la opción prevista en la norma comunitaria, de introducir más de un esquema en su normativa, dejando a las sociedades la facultad de elegir sobre su utilización. Si bien en nuestro caso, la elección queda reducida a optar, o no, por la elaboración de la cuenta de pérdidas y ganancias en forma de estado, ya que su presentación se prevé en el PGC de 1990, sólo con carácter voluntario e incluida dentro de la memoria en la nota 21.

En el presente capítulo destacaremos la importancia de la Cuenta Analítica como un útil de interés para el análisis económico de la empresa, viéndose el mismo favorecido por la determinación de los saldos intermedios de gestión, (producción, valor añadido) que son los verdaderamente representativos de la actividad desarrollada por una entidad, los cuales poseen la característica de ser independientes de los importes destinados a la dotación de amortizaciones y provisiones, que por determinarse de distinto modo en cada empresa pueden distorsionar la comparación de magnitudes en las que influyen. También son independientes de la estructura financiera que la empresa ha mantenido en el período, ya que en estas variables no inciden los gastos ni los ingresos financieros. Tampoco inciden los resultados de las operaciones extraordinarias, que precisamente por su carácter de eventuales, no son representativas del normal desarrollo de la gestión.

Además los saldos intermedios comentados, se completan en nuestro estado de pérdidas y ganancias con un progresivo escalonamiento de los resultados, permitiendo discernir en diferentes niveles el conjunto de operaciones propias o ajenas a la explotación, de las que se consideran como extraordinarias y de carácter financiero, hasta concluir con el beneficio o pérdida global del ejercicio antes y después de impuestos.

Por lo manifestado hasta ahora, creemos de interés destacar la utilidad de esta cuenta, denominada «Analítica», que ya en su título pone de relieve la capacidad de análisis que frente a otros formatos aporta. Ciertamente, hasta la aparición de este modelo en nuestro país, los usuarios inexpertos en la información contable, no estaban en condiciones de informarse de datos tan relevantes como el volumen de producción alcanzado, o de la riqueza que la empresa había generado en el periodo como consecuencia de su actividad y que posteriormente debía distribuir entre los diversos partícipes colaboradores de su obtención.

A partir de la puesta en práctica de la misma, los empresarios podrán disponer de un medio capaz de ofrecer una información básica para evaluar la vida económica pasada de la empresa y estar en disposición de planificar en mejores condiciones su previsible evolución.

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