El resultado, coherente con la teoría de la propiedad,
únicamente cabe aplicarlo a un tipo de destinatarios que
son los socios, deduciendo como gastos del período todas
aquéllas asignaciones que no estén vinculadas al
capital-propietario. Así la aplicación del beneficio
se efectúa a dos únicos posibles destinos, estos
son: la distribución de dividendos, o la retención
de beneficios en el seno de la compañía. El primero
supone una retribución directa a los accionistas, el segundo,
bien sea con dotaciones a reservas, o con detracciones dirigidas
al saneamiento de pérdidas, es una asignación al
patrimonio que tienen interesado los accionistas de la sociedad.
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