El sistema del FMI
Tras la Segunda Guerra Mundial, en el mes de julio de 1944, delegados de cuarenta y cuatro países se reunieron en Bretton Woods, en los Estados Unidos, para establecer un sistema monetario que pusiera orden en los mercados cambiarios y favoreciese el comercio internacional. Uno de los acuerdos adoptados en aquella reunión fue la creación del Fondo Monetario Internacional, entre cuyos fines está el establecimiento de un sistema multilateral de pagos que proporcione estabilidad en los tipos de cambio.
De allí surgió un sistema
de tipos de cambio fijos pero ajustables en el que el dólar jugaba un papel central.
Los Estados Unidos fijaban el precio del oro en dólares y se comprometían a comprar y
vender el oro que se le ofreciese o demandase a ese precio. Las demás monedas fijaban sus
tipos de cambio con respecto al dólar. Los bancos centrales de los países adheridos al
sistema se comprometían a intervenir en los mercados de divisas para mantener el tipo de
cambio de su moneda.
Si las importaciones son superiores a las
exportaciones, el país estará demandando más divisas que la cantidad de moneda nacional
que están demandando los extranjeros. Ese comportamiento en los mercados de divisas
presiona hacia la depreciación de la moneda del país. En esas situaciones el
banco central debía intervenir para evitar la fluctuación en los tipos de cambio,
vendiendo divisas de sus reservas a cambio de su moneda. Pero esa solución era válida
sólo a corto plazo ya que las reservas de divisas son limitadas. Si las causas que
provocaban el exceso de importaciones sobre las exportaciones permanecían a largo plazo,
el país debía devaluar el tipo de cambio oficial de su moneda. Obsérvese el
distinto uso que tienen las palabras depreciación presión ejercida por las
fuerzas
del mercado y devaluación decisión política adoptada por las autoridades
del país.
En el caso de que las exportaciones superen a las importaciones, el volumen de las reservas del país tiende a aumentar. Si ese flujo resultaba excesivo las autoridades podían revaluar la moneda. Pero como generalmente se considera que los superávits comerciales indican una eficiente política económica y conducen a un mayor nivel de vida, los gobiernos eran reacios a adoptar esa decisión.
El sistema del FMI presentaba muchos inconvenientes. Cuando existían dudas sobre la estabilidad de una moneda y se creaban expectativas de una posible devaluación (o revaluación), la oferta (o la demanda) de esa moneda en los mercados de divisas presionaba con tanta fuerza que obligaba al reajuste; al confirmarse las expectativas, los especuladores obtenían pingües beneficios por lo que se estaban estimulando desplazamientos internacionales de capitales que resultaban bruscos y desestabilizadores.
El crecimiento del
comercio internacional requería una gran liquidez que no podía seguir dependiendo de la
política monetaria de los Estados Unidos. En el año 1971 se suspendió la
convertibilidad del dólar en oro con lo que este metal dejó de tener relación legal
alguna con los sistemas financieros. Durante un par de años más el sistema internacional
siguió teniendo al dólar como patrón, hasta que en 1973 se decidió permitir la libre
flotación de las monedas en los mercados de divisas.