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Racionalismo. Camino al deseo sin los ornamentos de la pasión. Es en consecuencia el más rápido, el más seguro y el menos interesante de los caminos.


Racismo. Administrador moral que posibilita el despliegue de nuestros sentimientos, de acuerdo a reglas claras y precisas, haciendo del desprecio, el odio y el rencor -que de otra forma prodigaríamos genéricamente hacia nuestro prójimo- una cuestión epidérmica.

El racismo ha acompañado la historia de la humanidad. Ha desatado guerras, fundado imperios y moldeado la geografía política del planeta. Toda esta evidencia histórica podría fundar la tesis que el racismo forma parte de la condición humana y que por tanto permanecerá a través de los tiempos. Pero esta tesis es a todas luces falsa, ya que en nuestra época el racismo es considerado un sentimiento por demás inconveniente a hombres cultos y civilizados, y su permanencia solo se observa en algunos pocos pueblos ignorantes que pueblan apartadas regiones del planeta. Nuestra época condena toda forma de racismo y este lexicógrafo no puede más que unirse a este estado de ánimo colectivo, sentenciando con Mark Twain: Yo no pregunto de qué raza es un hombre; basta que sea un ser humano; nadie puede ser nada peor.



Revolución. Pasajero estado de excitación del cuerpo social que se verifica cuando, por indignación o aburrimiento, aquel decide sacudirse un poco, deshaciéndose así de unos cuantos hombres e instituciones molestas. Antesala de un nuevo estado del tedio, donde los principios se tornan en planes de gobierno, las consignas en himnos, los héroes en plazas y los líderes en torpes administradores del orden emergente.


Rol. Pauta de conducta de un actor, fundada en las expectativas que sobre su ocurrencia guardan algunos de sus congéneres. Las sociedades primitivas asignaban roles únicos y generalmente imprescriptibles a sus integrantes: un sacerdote era sacerdote, un soldado era soldado, un noble era noble. En la actualidad, los individuos desempeñan múltiples roles, como por ejemplo padre, abogado, diputado, contrabandista, creyente, proxeneta y socio del C.A. Peñarol, todo al mismo tiempo, lo que constituye una muestra más del carácter liberal y democrático de nuestras sociedades.