Las soluciones que se han buscado para cada caso particular
siempre han 
sido salvar la institución
y evitar el pernicioso efecto que puede tener sobre todo el sistema
financiero la quiebra de una de
sus instituciones. Aunque esta haya sido una práctica
seguida en la mayoría de los países, hay algunos
autores que son de la opinión que dejar quebrar a las
entidades en crisis por grandes que sean. De este modo, las instituciones
se verían expuestas a la libre disciplina
del mercado y los depositantes serían más
selectivos a la hora de elegir a su banco.
Es evidente que la actividad bancaria
ha ido aumentando su perfil
de riesgo en estos últimos
años debido quizás a la pérdida paulatina
de capacidad de generación de beneficios en sus negocios
básicos motivada por el incremento de la competencia.
El resultado y la calidad de la gestión de un banco se
mide por su capacidad para desarrollar
políticas y procedimientos que permitan gestionar
con eficiencia los riesgos que asume. La correcta valoración,
asunción, revisión y control del riesgo constituyen
la esencia de la actividad bancaria.
