Nosotros proponemos que los
activos intangibles se valoren de la forma más objetiva
posible. Una vez valorados, la propuesta más audaz es tratarlos contablemente
como activos físicos,
es decir como activos que se amortizan.
Ignorarlos
o contabilizarlos como gastos provoca distorsiones en los beneficios
y hace que las empresas con mayor innovación presenten
balances más pobres.
Además, el coste histórico no es apropiado para
estos activos intangibles: incluso los que ya se contabilizan,
como las patentes, marcas o franquicias deberían reflejar
su valor potencial o de mercado. Sólo así podremos
evitar la paradoja que supone presentar cuentas de resultados
en números rojos y alta cotización en bolsa o las
astronómicas cuentas que se pagan por ellas. Sin embargo,
no ignoramos las dificultades de tal propuesta, que supone una
ruptura del modelo contable tradicional.
Otra opción, seguida
por un creciente número de empresas es presentar un documento
complementario que recoja los intangibles.
Por ejemplo, BBVA, Celemi,
Skandia...