Lección Sociología |
Desarrollo rural. ¿Ocio o necesidad?
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Citar como: Sanz Hernández, A. (2001): "Desarrollo rural. ¿Ocio o necesidad?",
[en línea] 5campus.com, Sociología
<http://www.5campus.com/leccion/desarural> [y añadir fecha consulta] |
El marco de referencia donde tienen lugar
las políticas actuales de desarrollo rural presenta unos rasgos propios de una
casi recién estrenada nueva sociedad de la que me interesa destacar los
siguientes rasgos:
- Nuevos
modelos de organización industrial: flexibilidad organizativa (posibilidad de
conformar importantes redes de relaciones interempresariales para la
cooperación en la producción y el intercambio), capacidad de innovación y
programación.
-
Reestructuración espacial de las actividades económicas y renovación de los
criterios de localización de las actividades, redefinición del papel de la
ciudad, cambio en el ritmo de los procesos de urbanización y reconstrucción de
“lo rural”.
-
Incremento y dominio del tiempo de ocio. Sociedad de consumo y prosumo.
-
Centralidad del conocimiento como fuente de desarrollo y de formulaciones políticas sobre la
sociedad.
Cambio
en las políticas de desarrollo económico:
Hasta mediados de los años 70 |
Desde los años 80 |
Necesidad de atraer industrias básicas Movilidad de los bienes y factores de producción: capital, trabajo y
tecnología |
Aprovechamiento de los recursos y potencialidades endógenas e
implicación de los agentes sociales. |
Rígida división espacial del trabajo: Reducción de la
cualificación de la fuerza de trabajo de las zonas periféricas Concentración de funciones
y decisiones en zonas centrales |
Modalidades descentralizadas de intervención en la vida económica. Dinamización sociocultural de zonas decadentes. |
Modelo de crecimiento cuantitativo. Teoría del crecimiento por el
crecimiento ajena a las desigualdades en las oportunidades de acceso al
crecimiento, innovación , empleo y desarrollo. |
Modelo que toma en consideración los aspectos sociales, políticos y
ecológicos (mercados locales de trabajo, preocupación por los recursos
naturales, mejora del medio ambiente y calidad de vida). |
Relevancia de la intervención exterior |
Relevancia de las potencialidades endógenas. |
Políticas macroeconómicas |
Políticas específicas con participación de actores sociales. |
Principal escenario: la ciudad |
Escenarios: áreas urbanas afectadas por la degradación o declive y
entornos rurales decadentes. |
Eficacia y crecimiento a corto plazo |
Eficacia pero también equidad y “desarrollo” a más largo plazo |
Esa visión tradicional predominante hasta la
segunda mitad de los años 70 identifica desarrollo con crecimiento económico,
entendido a su vez como un proceso de concentración industrial y urbano. Prima
la idea de eficacia frente a la de equidad, lo que unido a la ausencia de consideración del componente social y
territorial supuso un incremento y
consolidación de los desequilibrios territoriales. Concretamente el desarrollo
rural, tanto en su vertiente de actuaciones o políticas de estudios de carácter
científico, estaba en aquellos años
básicamente centrado en el desarrollo agrario e impregnado de una visión
sectorial y productivista. Se llevaron a cabo políticas agrarias o actuaciones
con impacto sobre los espacios rurales pero no diseñados para ellos.
Durante los años 80 el enfoque se torna más
integrado y se adopta una visión más amplia de desarrollo; se asume el objetivo
de equidad y teóricamente se acepta el desarrollo rural como promoción de la
diversificación económica y del potencial global de desarrollo. El cambio desde
un enfoque “de arriba – abajo”, sectorial y centralista a un enfoque de “abajo
a arriba”, territorial, integrado y participativo, coincide con la percepción de la situación de atraso y declive
socioeconómico rural: pérdida de vitalidad social, emigración de la población
más dinámica, crisis de la agricultura tradicional y graves problemas de
impacto paisajístico. En este enfoque pueden incluirse:
-
la Ley de Agricultura de Montaña, que podemos considerar
uno de los primeros intentos de desarrollo rural integrado,
-
la iniciativa comunitaria LEADER y el programa PRODER
-
otras iniciativas comunitarias como INTERREG, EQUAL, etc.
Estamos ante un modelo que dadas las condiciones
institucionales y económicas favorables plantea, como decíamos, un desarrollo
desde “abajo” que en absoluto se cierra ante las políticas a otros niveles sino
que complementa las actuaciones en el ámbito regional o nacional con la
revalorización de lo local y que no sólo permite sino que exige una
participación activa de las instituciones, agentes y valores socioculturales
locales. La identidad propia de cada comunidad será el pilar fundamental, la
movilización de la población condición imprescindible y la adopción de un
enfoque de desarrollo integral un elemento central.
La nueva conceptualización del desarrollo rural
imperante en el diseño e implementación de actuaciones de desarrollo en el
medio rural hace referencia a los siguientes rasgos:
-
Desarrollo integrado y de carácter vertical:
Implica políticas diseñadas en función de necesidades particulares y desde un
tratamiento globalizador.
-
Desarrollo sostenible: Que
una al criterio de equidad el de eficacia para conseguir uno de sus objetivos
esenciales: la disminución de los desequilibrios territoriales.
-
Desarrollo endógeno:
potenciación de los propios recursos físicos y humanos,
-
Desarrollo participativo:
desarrollo colectivo y estimulación de la población para que asuma su
protagonismo.
Este nuevo enfoque del desarrollo rural tendría como finalidad la coordinación de los esfuerzos de las autoridades
locales, técnicos, empresarios, trabajadores del área y el resto de agente
sociales con en fin de poner en marcha las iniciativas que en mayor medida
contribuyan a la dinamización económica, social y cultural de las comunidades.
La nueva visión del “desarrollo” es fruto tanto de
las nuevas funciones que adquieren los espacios rurales como reservas naturales
y sobre todo lugares de ocio y esparcimiento de la población urbana como de la
necesidad reconocida de disminuir los desequilibrios entre los espacios rurales
y urbanos dentro de una concepción del desarrollo que prima la equidad. En la
actualidad este proceso, el desarrollo, se plasma en un escenario concreto con
especial interés: los espacios rurales.
Para entender cuales son los objetivos y
características de los programas diseñados en el desarrollo rural en la
actualidad es necesario entender el marco en el que se está reconstruyendo lo
rural, reconstrucción en la que a menudo apenas intervienen los propios
“rurales”, dando lugar en ocasiones a la emergencia de conflictos entre ellos y
los visitantes urbanos o políticos.....
A la conceptualización tradicional de espacio
rural, ya polémica y relativa por naturaleza, hay que unir la necesidad de
definir la nueva ruralidad que emerge dibujada por los trazos que esboza
nuestra sociedad tecnológicamente avanzada en los últimos dos decenios.
Criterios |
Lo rural |
La nueva ruralidad |
Dimensión de valoración |
Lo agrario |
Lo paisajístico, cultural, ecológico, productivo... |
Sector predominante |
Agricultura |
Diversificación productiva |
Modelo productivo |
Productivismo |
“Postproductivismo” -
Regulación ambiental -
Especialización flexible -
Nuevos usos de la naturaleza y el espacio rural |
Locus de control |
Mayor control interno |
Presión de fuerzas externas |
Rol del “agricultor” |
Productor de alimentos |
Productor de alimentos de calidad, protector del medioambiente y del
paisaje... |
Un agente es
un participante activo que interviene en diferentes procesos socio-culturales,
políticos y económicos. Por lo mismo, referirnos a los agentes en el desarrollo local es pensar que el
desarrollo es una posibilidad que sólo puede generarse si hay acciones eficaces
producidas por agentes dinámicos coordinados entre sí. El desarrollo local
promovido por actores pro-activos significa que se aspira a conseguir
determinados logros o mejoras que incluyen múltiples dimensiones de la vida
social. Por lo demás, si los agentes encarnan de hecho estos procesos de mejora
en un territorio específico, ello es posible por la existencia de proyectos que
pueden devenir realidades efectivas.
En esta dirección, es claro que todo
proyecto de desarrollo pluridimensional
necesita incorporar a distintos agentes públicos y privados, tanto a escala
local como regional y nacional entre los que se destacan:
Ø
los actores de la administración
pública,
Ø
los universitarios,
Ø
los empresarios,
Ø
los trabajadores calificados y no
calificados y
Ø
los sujetos sindicales, entre otros.
Si bien existen aspectos similares
entre los distintos agentes sociales, es fundamental poder precisar roles y responsabilidades específicas
de cada uno de ellos, haciendo posible desempeños diferenciados y
complementarios favorables para la consecución del desarrollo local, que más que constituir una meta, es una
finalidad permanente y continua.
Por otro lado, resulta claro que por
más capacidades individuales que existan por parte de cada agente, sin trabajo
en equipos de coordinación y sin concertación intersectorial, no se
podrá aspirar a ese objetivo central que es el logro de un desarrollo
pluridimensional en las comunidades locales. Es a través de la cooperación
recíproca de los agentes y del consenso colectivo con las políticas elaboradas
como se puede lograr la compatibilidad de los distintos niveles de la
planificación, mejorando la eficacia a mediano y largo plazo de cada una de las
acciones previstas, orientadas hacia un futuro deseable.
Finalmente, referirnos a agentes ya
supone que los implicados han asumido ciertas responsabilidades de gestión,
dirección y operación; esto es, que se han reconocido como sujetos actuantes en condiciones de gestión democráticas. No se
trata entonces de meros receptores pasivos de unos planes que se han diseñado
en contextos muy diferentes (en respuesta a intereses que pueden ser
divergentes a los locales), sino de la posibilidad misma de que cada comunidad
sea protagonista en el desarrollo
relativamente autónomo de sus propias condiciones de vida. Ello requiere la
participación coordinada y simultánea de los distintos agentes implicados y
claro está, el compromiso colectivo
indispensable para resolver los problemas comunes.
Si bien existen limitaciones
diversas propias a cada tipo de agente, enfatizamos sus potencialidades
respectivas, sin por ello desconocer que su interacción puede por momentos
resultar conflictiva. Sin embargo, la articulación consensual de los intereses
de cada agente es necesaria si se apunta al bien común. Es esa red
inter-actoral lo que hay que construir, para que la brecha entre lo deseable y
lo real pueda reducirse.
En todo proyecto de desarrollo local
pueden intervenir agentes políticos ligados al gobierno municipal o comarcal y
hoy día esta posibilidad se está convirtiendo en un imperativo para la
culminación eficaz de dichos proyectos. Su presencia es central, en tanto
permite gestionar acuerdos y convenios con autoridades regionales y nacionales
y porque disponen de determinados recursos técnicos, económicos, financieros y
humanos que pueden ser imprescindibles para la implementación de tales
proyectos.
La recurrencia de las crisis
estructurales han incitado a este tipo de agentes a asumir un mayor
protagonismo en los procesos de planificación, no obstante la existencia de
ciertas reticencias ante el temor al fracaso de las propuestas de desarrollo
con su correlativo costo
político-electoral. Sin embargo, su revalorización institucional es
fundamental, en tanto pueden:
Ø
Trabajar en redes
interorganizacionales, junto a organizaciones empresariales, sindicales y educacionales en busca de
beneficios públicos y de la consecución simultánea de logros sectoriales a
partir de una negociación de intereses específicos.
Ø
Hacer aportaciones valiosas en materia de conocimiento de las
problemáticas y necesidades principales que se plantean en las realidades
locales.
Ø
Posibilitar la concienciación y dirección de inquietudes y
conceptos empresariales que no siempre resultan claros, aportando una
perspectiva diferente sobre las realidades socio-económicas de cada localidad.
Su capacidad de concertación y de convocatoria de los demás agentes suele ser
elevada, y de forma frecuente disponen de los medios materiales e
infraestructura técnica para promover en la población actitudes y actividades
que respondan a las nuevas necesidades productivas y las innovaciones
estratégicas que cada localidad considera pertinente para su desarrollo.
Ø
Activar iniciativas individuales y
colectivas, revalorizando las intervenciones humanas autogestionadas, así como
sus potencialidades.
La cooperación de las
administraciones públicas es imprescindible, si lo que se persigue es el
desarrollo de la calidad de vida de la ciudadanía y el crecimiento económico local.
Algunas acciones factibles de
realizar por los órganos de gobierno de diferente escala son:
Ø
Las actividades ligadas al
crecimiento de las ofertas empresariales,
Ø
la ayuda financiera,
Ø
el estímulo a la formación educacional para grupos desfavorecidos y
para la gestión empresaria,
Ø
la asistencia técnica para la
innovación tecnológica y la provisión de información relevante y ajustada a los
contextos locales,
Ø
la promoción de una cultura
empresarial idónea y orientada al auto-empleo,
Ø
la animación socio-cultural,
Ø
la mejora de la flexibilidad y
accesibilidad administrativa ante las empresas locales,
Ø
políticas de exportación y comercialización de bienes y servicios
locales.
Su gestión como agente político
permite la obtención genuina de recursos económico-financieros y tecnológicos a
partir de alianzas estratégicas con los capitales privados, y de articulaciones
más estrechas con administraciones supramunicipales, sean regionales o
nacionales. Finalmente, en lazos de complementariedad, es factible mejorar los
vínculos con organismos internacionales, de forma tal de lograr su cooperación
económica, técnica y política.
Al menos en la última década, estas
agencias han adquirido un rol estratégico importante, en tanto posibilitan la
instrumentación de políticas efectivas
en la lucha contra el desempleo y en la estimulación de innovaciones en las
iniciativas privadas, sobre todo, de las PyMEs.
Conformadas por grupos de expertos o
equipos interdisciplinarios, estas agencias han adquirido funciones diversas:
Ø
la realización de diagnósticos de
las fortalezas y debilidades de la realidad local,
Ø
el apoyo de iniciativas económicas de riesgo variable,
Ø
la contribución a la creación de empleo,
Ø
el asesoramiento y la difusión de informaciones destinadas a las
PyMEs.
Ø
la sensibilización de las comunidades, en cuanto a la necesidad de
una participación solidaria y conjunta en proyectos de desarrollo, a la
coordinación de acciones y políticas con otros agentes y al marketing del
entorno territorial en cuestión, así como a la captación de inversiones
extranjeras.
Estas agencias, por lo demás, pueden
apuntar al desarrollo global integrado, al desarrollo económico-empresarial o
al desarrollo local integrado, según se trate de agencias públicas, privadas o
mixtas y dadas ciertas modalidades de gestión.
De forma creciente, este agente desarrolla un papel
central en la prestación de servicios a terceros, sea la colectividad en
general como las empresas y el mercado laboral en particular. En una sociedad
como la del presente, la gestión por conocimientos es uno de los fundamentos
del desarrollo local, en tanto cualifica a las organizaciones públicas y
privadas, además de permitir importantes transferencias tecnológicas. Sin
dudas, el desarrollo de competencias o capacidades individuales y grupales es
un requisito imprescindible para gestionar cambios locales positivos y en este
sentido, la universidad es un agente insustituible.
Si por definición, la universidad produce conocimientos,
recuperar a sus participantes es un modo de orientar esos conocimientos hacia
una gestión del desarrollo que favorezca acciones eficientes y eficaces, en
beneficio de la sociedad. Sin dudas, la universidad tiene un desafío enorme en
el siglo XXI: elevar las cualificaciones de los distintos actores sociales,
aportando asimismo investigaciones sociales que permitan tener una mayor y
mejor conciencia de los problemas sociales y diseñar sobre esa base estrategias
y técnicas que permitan resolverlos, a
partir de un asesoramiento y consulta permanente en relación con los otros
agentes.
Finalmente, el agente universitario también puede tener
protagonismo en la innovación tecnológica, requisito indispensable en la voluntad
de desarrollo local. En vez de mantenerse a distancia del mundo económico, las
universidades pueden asumir un mayor protagonismo, estableciendo nuevas
relaciones con las empresas y las administraciones, que hagan posible el
beneficio mutuo y la ampliación de las cualidades intelectuales y prácticas
necesarias para potenciar los territorios locales y la competitividad de sus
unidades económicas públicas y privadas. De forma más amplia, la universidad
tiene un rol privilegiado en el desarrollo socio-cultural, complementando sus
aportes en lo que hace al crecimiento económico.
El empresariado
Cualquier economía en el presente tiene como actor
dinámico principal a distintos agentes empresarios. Como componente
estructural, sus acciones pueden activar el desarrollo de los mercados locales,
incluyendo su potencialidad en lo que hace a la generación de empleos de
calidad.
Si bien el
empresariado tiene como interés central la obtención del máximo beneficio
propio, su inclusión como agente activo en proyectos de desarrollo local
muestra que es posible hacer compatible el crecimiento económico y el
desarrollo social, siempre y cuando se equilibren dichos beneficios
individuales con la atención al bien común.
En este sentido, la
participación de los agentes empresarios permite disponer de capitales que no
siempre encuentran oportunidades de inversión viables desde una perspectiva
rentable. De ahí la importancia de crear las condiciones socio-económicas aptas
para captar esas inversiones en el ámbito local, de forma tal que sus efectos
positivos de desarrollo repercutan en toda la comunidad.
Las empresas en
general y las PyMEs en particular, tienen recursos suficientes –aunque no
necesariamente abundantes- para redinamizar los mercados de trabajo e incluso
para diversificar la producción de bienes y servicios en una localidad. Por
eso, las iniciativas privadas pueden constituir una fuente de cambios
creativos, que más que limitarse a operar por fuera de propuestas dadas, pueden
incidir en su diseño, apostando a una concertación inter-sectorial.
Sin dudas, también
las empresas están afectadas por las crisis económicas locales e incluso muchas
veces no consideran su propia localidad como una buena oportunidad de mercado.
Con todo, su interacción con las administraciones públicas puede permitir la
creación, a partir de convenios y múltiples contratos consensuados, condiciones
jurídicas, administrativas, fiscales y tributarias que mejoren las
oportunidades comerciales locales, posibilitando un progreso en los sectores secundarios
y terciarios de la comunidad implicada.
De esta manera, la
estimulación de las actividades económicas privadas debe estar orientadas, sin
que ello implique excluir nichos de mercado de escala más amplia, hacia la
mejora continua de la comunidad local a la que pertenece. La responsabilidad
social del empresariado, como agente creador de riqueza y empleo, es una
actitud deseable y difícil a la vez. Con todo, sigue siendo un camino necesario
si lo que se pretende es el desarrollo local, que no se mide sólo por el
incremento de beneficios económicos individuales, sino fundamentalmente, por un
crecimiento cultural y social amplio.
Los
trabajadores y los sindicatos
Si bien las
limitaciones del sindicalismo hoy resultan conocidas, especialmente las que
refieren a su corporativismo y su rigidez no siempre basada en la búsqueda del
bienestar colectivo, su coparticipación como agente contribuye a promover la
equidad del desarrollo local, atendiendo especialmente a los derechos,
garantías y obligaciones de las clases trabajadoras, agente irreductible del
desarrollo a partir de su contribución en términos de fuerza productiva. Así
como los trabajadores calificados y no calificados son factores humamos
centrales para la producción de bienes y servicios, los sindicatos como agentes
tienen centralidad, dada por su capacidad potencial para defender condiciones
que eviten el abuso sistemático de los empleados por sus empleadores,
fomentando acciones solidarias que intenten neutralizar ciertos efectos
negativos producto de un desarrollo económico desigual.
En este sentido, es
apropiado que trabajadores y sindicales participen, mediante la formulación de
propuestas factibles, en instancias de planificación democrática, que tengan
como objetivo el incremento de las oportunidades sociales.
Sin mano de obra no
hay producción posible, y el desarrollo local implica entre otras cuestiones,
generar más y mejores empleos, de forma tal de aumentar la producción y sus beneficios comunes.
Finalmente, los
sindicatos, como representantes de los trabajadores, tienen un rol fundamental
en lo que hace a la creación de condiciones sociales de empleabilidad y
protección social, sin que ello vaya en perjuicio de las conquistas históricas
logradas por las clases trabajadoras, parte necesaria en la generación de
desarrollo. Crear esas condiciones supone superar barreras rígidas y exigencias
inviables, pero también defender la calidad de los mercados de trabajo y buscar
de forma activa y cooperativa los medios más adecuados para el desarrollo
socio-económico local.
La
ciudadanía y las asociaciones intermedias
Sin perjuicio de que
muchos ciudadanos sean a la vez universitarios, administradores, trabajadores,
sindicales o empresarios, toda persona puede formar parte de este tipo de agencia
que es la ciudadanía. Porque las comunidades en su conjunto no sólo deben ser
destinatarias del desarrollo local, sino también participantes centrales del
mismo, interviniendo en instancias de planificación e implementación de
acciones diversas, a partir de la formación de redes sociales locales. Puesto
que de derecho también disponen de ciertos conocimientos de su propias
situaciones y problemas, es razonable que los ciudadanos también conocerán
formas pertinentes de solucionarlos.
También las asociaciones
intermedias y en especial las organizaciones no gubernamentales, en tanto
agentes colectivos interesados, pueden contribuir al mejoramiento de la
sociedad, especialmente remarcando el carácter polifacético del desarrollo
local y la necesidad de incluir las dimensiones culturales y sociales de dicho
proceso.
En este sentido, las
asociaciones intermedias y la ciudadanía en general son centrales con su
participación, tanto directa como representativa, en la gestión del desarrollo
y en lo que hace a la búsqueda del bien común, esto es, del desarrollo
integrado local.
Este compromiso con
lo común, por lo demás, disminuye el grado de resistencia que se genera cuando
los proyectos son implantados sin el consenso de los afectados.
Sólo en la medida en
que cada uno reconozca su importancia como ciudadano, podremos sumar esfuerzos
para hacer de las comunidades locales espacios de desarrollo sostenido.
Los diversos recursos
que se ponen en juego son una de las condiciones centrales de existencia de
todo desarrollo local. Además de los recursos humanos a los que ya hemos hecho
referencia, no hay desarrollo si no se dispone de capitales económicos, de equipamientos
tecnológicos, conocimientos y técnicas adecuadas, financiación apropiada, tiempos disponibles, etc. De ahí la
necesidad de que todo proyecto gestione recursos no sólo en lo inmediato, sino
también a medio y largo plazo, ya que sólo ello asegura la continuidad de los proyectos
y su sustentabilidad en el tiempo.
Con frecuencia, la
discontinuidad que presenciamos en la implementación de programas diversos,
obedece a un cálculo erróneo de los recursos necesarios para la ejecución
satisfactoria de lo previsto. De ahí la importancia de detenernos en diferentes
recursos, que tienen especificidades importantes y que deben estimarse en su justa medida para evitar la
interrupción del proceso planificado, que suele generar nuevos problemas a los
ya existentes.
Recursos
económico-financieros
En una economía de
mercado, la consecución de recursos económico-financieros se obtiene mediante
la atracción a las localidades de capitales privados –de procedencia diversa-,
la financiación bancaria y la financiación pública de las inversiones, sea bajo
la forma de préstamos crediticios, subsidios o bonificaciones.
En todos los casos,
las iniciativas privadas o públicas requieren de fondos fiduciarios para el
desarrollo de estos nuevos emprendimientos.
En la sociedad
contemporánea, esta necesidad de recursos económicos y financieros es evidente,
y la posibilidad misma de gestionar tales recursos alude a esta centralidad que
en nuestra vida ha adquirido el poder económico, como factor dinamizador del
mercado.
Su utilización
óptima, por lo demás, permite tanto la activación de los mercados locales como
una mejor distribución de sus beneficios en relación con las comunidades
locales.
Recursos
tecnológicos
Si algo caracteriza nuestro mundo
social es su creciente tecnologización, a partir de la proliferación de
tecnologías como la telemática y las telecomunicaciones. Esta tendencia
cultural, por lo demás, no debe ocultar algo más básico: las tecnologías de
diversa escala -que incluyen desde herramientas simples hasta maquinarias
complejas-, constituyen elementos externos imprescindibles para el aumento
efectivo de las capacidades humanas y para el incremento de la productividad
del trabajo. Toda planificación supone prever los recursos tecnológicos
disponibles, actuales o potenciales, de forma tal que en la implementación de
los proyectos puedan producirse transformaciones positivas a partir de la
utilización idónea de los equipamientos e instrumentos requeridos para fines
específicos. En tanto las tecnologías permiten optimizar el uso del recurso del
tiempo, también liberan tiempo de trabajo humano, posibilitando el
desplazamiento de las fuerzas laborales hacia otras áreas de actividad
productiva. El crecimiento de la eficacia mediante la aplicación de dichos
instrumentos tecnológicos permite entonces potenciar el desarrollo local
dirigido por la sociedad.
Si bien la temporalidad no suele
considerarse tan central como los demás recursos, lo cierto es que constituye
la condición de todo desarrollo posible. Sin tiempo no hay posibilidad de
realizar ninguna actividad de desarrollo. De lo anterior, se deriva la
necesidad de administrar los tiempos y de planificar su uso de forma racional.
Lo único que no se puede recuperar es el tiempo; por lo mismo, es importante
poder inscribir los proyectos de desarrollo local no sólo en el corto plazo,
sino también en un futuro mediato, analizando las disponibilidades reales para
evaluar cuán factibles son las medidas planificadas.
Asimismo,
no basta con haber considerado el mediano y largo plazo. De forma simultánea,
es sumamente pertinente atender a los diferentes tiempos que cada uno de los
agentes dispone, de forma tal que pueda regularse su participación sobre la
base de sus tiempos previstos. En este sentido, el recurso administrable del
tiempo debe considerarse también como colectivo: en el diseño de los
cronogramas generales tentativos, así como también en la coordinación de las
actividades de cada uno de los agentes de tal manera que se eviten esfuerzos
desfasados o superposiciones innecesarias de acciones.
No existe una metodología única pero sí cierto
consenso acerca de las fases esenciales a considerar en la dinámica del
desarrollo (VV.AA, 1994: 155):
FASES ESENCIALES |
ACTIVIDADES A DESARROLLAR |
I. RECOGIDA DE DATOS, ANÁLISIS
Y DIAGNÓSTICO |
Proporciona la información que permite conocer la capacidad de
desarrollo, las oportunidades y potencialidades, así como los recursos
disponibles para ello |
II. DEFINICIÓN DE LA ESTRATEGIA |
Se fijan los objetivos generales. Se decide a dónde y cómo se quiere
llegar. |
III. DISEÑO DE UN PLAN. LOS
PROYECTOS DE ACCIÓN |
Se trata de pre-evaluar los proyectos por separado, identificar su
estructura y considerar su viabilidad |
IV. SELECCIÓN Y GESTIÓN DE LOS
PROYECTOS |
Se definen y seleccionan proyectos de desarrollo. |
V. REALIZACIÓN |
Las ideas se convierten en acciones prácticas |
VI. EVALUACIÓN |
Reflexión evaluadora sobre el impacto de las acciones |
Esta nueva concepción del desarrollo rural ha despertado reacciones
en contra basadas en razones, algunas de las cuales se presentan a
continuación:
.
Razones económicas:
-
las comunidades rurales son demasiado pequeñas para
afrontar las incidencias del proceso de reestructuración económica mundial y
los cambios en la división del trabajo
-
Requieren continuamente financiación pública...
Razones
políticas
-
El poder de las empresas locales y de las autoridades
municipales es demasiado pequeño.
-
Dificultad en la
implementación de actuaciones concretas por la dificultad para diseñar
estrategias concretas que puedan hacer del desarrollo una realidad.
Razones
sociales
-
Es difícil conseguir la necesaria movilización y
concienciación que exige el proceso para ser exitoso
-
¿ ...?
NOTAS FINALES
En algunos casos las acciones
proyectadas responden a una verdadera necesidad
de seguir subsistiendo en la “aldea global” que estamos construyendo; estos
alzan sus voces reivindicando el derecho a sobrevivir en óptimas condiciones.
Es la sociedad civil y los agentes sociales que pertenecen a las comunidades
rurales.
Otra visión particular es la de
aquellos para los que el desarrollo rural no es sino “ocio”,
un modelo de diseño e implementación de actuaciones que no deja de tener
tonalidades de utopía en los objetivos que formula y que no está mirando más
que hacia la reactivación de un
subsector turístico que da respuesta así a la demanda de los “urbanitas”.
En cualquier caso actores y
espectadores se ven envueltos en una tendencia actual
muy extendida que parece estar generando grandes expectativas, y que supone la
reconstrucción social de “lo rural”.
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