Funcionamiento de los índices clásicos de performance en entornos financieros anómalos

I El índice de Sharpe y la valoración de carteras con prima de rentabilidad negativa

1) Estudio de líneas isoperformance

A lo largo del desarrollo del capítulo anterior se han detectado determinadas limitaciones posibles para la aplicación de los índices de performance tradicionales. En particular, para el índice de Sharpe debe recordarse que la derivada parcial del mismo con respecto al nivel de riesgo total tenía la siguiente expresión:

Dado el sentido financiero del índice de performance de Sharpe, esta derivada debe tener signo negativo, tal que, dado que el denominador siempre será positivo y que la fracción viene precedida de un signo negativo, debe ocurrir que el numerador de la expresión sea positivo, o lo que es lo mismo:

E(Rp) > Rf

Caso de que esta condición no se cumpliera en la totalidad o en un subconjunto de las carteras cuya gestión se pretende evaluar y clasificar, dicho ranking de gestión no sería correcto.

Al centrar el estudio en esta situación anómala, ya que un determinado subconjunto de carteras presentan prima de rentabilidad negativa, la primera consecuencia para estas carteras es que el valor que el índice de Sharpe toma para ellas es negativo, ya que:

Por lo que, suponiendo que: E(Rp) - Rf < 0

se verificará: Sp < 0

Ya que la desviación típica de una variable aleatoria nunca podrá ser menor que cero.

La implicación de que una cartera con rendimiento inferior a Rf tenga un nivel de performance negativo parece, a priori, una cuestión razonable y coherente, ya que el ranking de esta medida de Sharpe ofrece un orden de prelación en relación directa al valor del índice.

No obstante, no se puede concluir que esta medida de performance es coherente en este contexto ya que:

Obsérvese cómo esta desigualdad implica que, a mayor nivel de riesgo, mayor nivel de performance ofrece el índice de Sharpe. Por lo tanto, esta implicación, incumple tanto el supuesto de racionalidad de los inversores como el sentido financiero de la performance.

Por lo que se refiere al mapa de líneas isoperformance, recuérdese que estaba formado por un haz de rectas que cumplían la siguiente expresión:

E(Rp) = Rf + Sp* * sp

Que se identificaba con una función de este tipo:

y = a + b*x

Donde la ordenada en el origen de cada una de las rectas era a, o lo que es lo mismo, Rf, dependiendo el valor de la pendiente de cada recta del valor de performance que representan. En este caso, el valor del índice Sp* es negativo y, siendo dicho valor representativo de la tangente del ángulo que forma cada recta con el eje de abcisas, dichas rectas son decrecientes en las coordenadas de rentabilidad y riesgo. Dicha evidencia se ilustra en el gráfico 4.1.

La reflexión que se obtiene de estos desarrollos es obvia: si el numerador de la expresión del índice de Sharpe es negativo cuanto mayor sea el nivel de riesgo menos negativo es el valor resultante del índice, lo cual es un absurdo financiero de acuerdo con la naturaleza de la medida de performance de Sharpe.


Gráfico 4.1


2) Tratamiento de la rentabilidad y del riesgo total en este entorno

Si se realiza, tal y como se hizo en el capítulo anterior, el análisis de las variaciones que sufre, en este entorno anómalo en que la prima de rentabilidad de las carteras es negativo, el índice de performance de Sharpe ante variaciones de la rentabilidad media y de la desviación típica se pueden obtener las siguientes conclusiones:

a) Por lo que se refiere a la observación de la influencia sobre el índice de Sharpe de incrementos de la rentabilidad media de la cartera, el efecto es el mismo que en el entorno financiero habitual:

Gráficamente, esta influencia ya se observó en el capítulo anterior, particularmente en el gráfico 3.9.

b) Sin embargo, como ya se ha observado mediante las derivadas parciales el efecto, en este entorno, sobre el valor de la performance de Sharpe, de variaciones en el nivel de riesgo total de la cartera manteniendo constante la rentabilidad media de la misma no va a ser el correcto. Realizando un análisis similar al realizado en el capítulo anterior, se obtiene el siguiente e incoherente resultado:

Partiendo del caso inicial en que:

Y aplicando un incremento al valor de s, se tiene que:

Resultando:

Y operando:



Obteniendo la conclusión de que:

Dado que: E(R)* - Rf < 0

Implica: D´S > 0

Es decir, se comprueba que el efecto de soportar un mayor riesgo en este entorno se valora positivamente.

El efecto queda materializado en el gráfico 4.2. Sus características son similares al gráfico 3.10., si bien el rango de x se mueve en valores negativos.

Gráfico 4.2

Ejemplo 4.1. La rentabilidad media mensual de los activos libres de riesgo ha sido durante el último año del 0,25 %. Además tenemos las rentabilidades mensuales de tres carteras para el mismo período. Los datos en porcentaje son los siguientes:

 Período  Cartera A  Cartera B  Cartera C
 1 1 1 2
2 2 2 1
3 2 -2 -2
4 -1 -1 -1
5 1 2 -4
6 -3 1 1
7 2 0 2
8 1 -1 3
9 -3 -2 -1
10 -1 0 -1
11 0 1 1
12 1 1 -1

De estos datos obtenemos a continuación las rentabilidades medias mensuales de las tres carteras, así como sus desviaciones típicas. Los resultados en porcentaje son los siguientes:

Cartera

E(Rp)

s(p)

A

0,166

1,72

B

0,166

1,34

C

0,166

1,91




Observamos que las tres carteras tienen una rentabilidad media similar e inferior a la del activo libre de riesgo propuesto, por lo que nos encontramos ante una
situación de prima de rentabilidad negativa. Sin embargo la cartera C muestra una mayor variabilidad, mientras que la cartera B es la que ha tenido un comportamiento más estable. Por tanto si aplicamos los índices de Sharpe deberíamos obtener el mayor valor con la cartera B que es la que ha estado mejor gestionada, mientras que la cartera C sería la que peor índice de Sharpe nos ofrecería ya que para obtener la misma rentabilidad que las otras dos ha soportado un mayor riesgo total. Los índices de Sharpe para las tres carteras son los siguientes:

 

  Sp  Cartera A  Cartera B  Cartera C
-0,05 -0,06 -0,04

 

De los resultados anteriores deducimos que no se refleja lo expresado en el párrafo anterior, ya que la cartera con más riesgo (C) es la que presenta un mayor valor, mientras que la mejor gestionada (B) representa la peor performance de acuerdo con este índice, por lo que queda comprobado que en este entorno el riesgo se valora positivamente.


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