Técnicas univariantes
I Concepto

En busca de una formalización del análisis contable

1) ¿Qué quiere decir?

La metodología del análisis contable ha experimentado una notable evolución. De acuerdo con Lev (1983), del uso de unos pocos ratios financieros en sus orígenes, se pasó al intento de sintetizar en unas dimensiones (rentabilidad, solvencia, eficiencia, etc.) la situación económico-financiera de las empresas y posteriormente a la búsqueda de modelos formales para explicar importantes circunstancias de las empresas a partir de la información contable.


2) El método de las diferencias, de los ratios, los números índices y los plazos

2a) Partidas contables

Dadas las cuentas anuales de una empresa, lo más intuitivo es estudiar de forma aislada cada una de las partidas que componen el balance y la cuenta de resultados. Aún hoy tiene el mayor interés conocer en primer lugar las ventas de la empresa, la cifra de beneficio, sus deudas totales, etc. Ya los primeros analistas vieron que era útil obtener relaciones, funciones matemáticas entre una o varias de estas partidas contables.

2b) Sumar

De entre todas las funciones matemáticas la más sencilla es la suma. Sumando, agregamos diferentes partidas en lo que conocemos como masas patrimoniales. Así, es habitual calcular el activo circulante o suma de todos los elementos con capacidad para ser convertidos en dinero a corto plazo. Sin embargo, no todas las agregaciones de partidas son interesantes ya que debe haber un sentido económico.

2c) Restar

Otro operador matemático es la resta. Restando unas partidas con otras, se obtienen magnitudes como el fondo de maniobra, diferencia entre el activo circulante y el pasivo circulante. A este método se le suele denominar método de las diferencias.

2d) Dividir

El operador más empleado por los analistas es la división. Al relacionar con un cociente dos partidas obtenemos un ratio. Meramente combinando las partidas podemos obtener un número muy elevado de ratios, cuantía que se eleva considerablemente si en el numerador introducimos combinaciones de partidas, obtenidas mediante sumas o restas. Pero de entre todos estos ratios posibles, tradicionalmente se presta atención a unos pocos.

El estudio de los ratios ha sido la herramienta de análisis más extendida, aunque a veces reciba otros nombres. Así, el llamado método de los plazos calcula los ratios efectuados entre un saldo y un flujo financiero. Como vemos los plazos son simplemente un tipo especial de ratio. Los números índices son también divisiones, pero entre las mismas partidas de diferentes años. Son apropiados para el estudio de los ratios a lo largo del tiempo.

2e) Otras funciones

A partir de las partidas contables es posible obtener funciones muy complejas, como las regresiones, los modelos de series temporales, los indicadores Z que tratan de medir la solvencia de una entidad u otros modelos matemáticos basados en programación lineal como el ya citado DEA.

Como hemos visto, cuatro métodos descritos habitualmente en los manuales de análisis contable: el método de las diferencias, de los ratios, los números índices y los plazos, véase Fernández Pirla (1970, pag 435), se basan en combinar varios sencillos operadores matemáticos.


3) Clasificaciones tradicionales de los ratios

Los intentos de formalizar el análisis mediante ratios han tratado también de agruparlos según diferentes criterios.

3a) Según la procedencia de las magnitudes del numerador y denominador

De esta forma, podemos obtener ratios de balance como el ratio de endeudamiento, de resultados, etc. También podemos obtener ratios mixtos, con diferentes partidas procedentes del activo o pasivo en el numerador y denominador.

3b) Análisis económico, financiero y patrimonial, siguiendo la división de Alvarez López (1976)

En los ratios de estructura o análisis patrimonial, como por ejemplo los ratios de composición del activo, en el numerador hay partidas de activo, simples o agregadas y en denominador la suma de todas las partidas de activo. También puede haber ratios que miden la correlación entre estructuras. En este caso lo que hay en el numerador es una partida de diferente tipo de las que hay en el denominador.

Los llamados ratios de análisis económico tratan de sintetizar los resultados de la gestión efectuada sobre los activos de la empresa. Incluyen las rotaciones y plazos, los ratios de composición de las ventas que relacionan las diferentes partidas de la cuenta de resultados sobre las ventas y los ratios de eficacia en la gestión.

Otros intentos de formalizar el análisis contable distinguen entre análisis de la situación financiera a corto plazo, a largo plazo y análisis de los resultados y rentabilidad.

Como vemos, este camino no ha conducido a desarrollar un cuerpo formal a la hora de examinar las cuentas anuales, ya que los intentos descritos no pasan de obtener clasificaciones más o menos acertadas de relaciones entre partidas contables con mayor o menor complejidad matemática, de diferentes empresas, referidas a uno o varios periodos.


4) El enfoque empírico

Otro enfoque en la evolución metodológica del análisis contable es el empírico.

4a) Reglas pseudoempíricas

En primer lugar aparecieron una serie de reglas pseudoempíricas que, sin ninguna contrastación, establecían valores óptimos de los ratios, como el popularmente extendido valor de dos para el cociente entre el activo circulante y el pasivo circulante.

4b) Técnicas estadísticas multivariantes

Pero dejando aparte este empirismo mal entendido, los empiristas han tratado de agrupar ratios basándose en técnicas estadísticas multivariantes como el análisis factorial o el análisis de conglomerados. En general se obtienen varias dimensiones que agrupan los ratios en rentabilidad, liquidez, etc.

Sin embargo estas dimensiones no se corresponden exactamente con las clasificaciones antes citadas. Por ejemplo, en ocasiones, algunos ratios de liquidez se encuentran más próximos a ratios que según las clasificaciones teóricas deberían ser ratios de rentabilidad. Ezzamel, Brodie y Mar Molinero (1987) comparan varios trabajos realizados sobre este particular y encuentran que las dimensiones que se obtienen en los diferentes estudios no se corresponden exactamente.


5) Siguen los problemas

La corriente empírica tampoco ha resuelto los problemas metodológicos del análisis contable.

EJEMPLO 1: El estudio del fracaso empresarial

A priori parece que dentro del análisis contable es un tema propicio para elaborar teorías explicativas. Zavgren (1983) revisa nueve de los más importantes trabajos empíricos sobre predicción de quiebras. De ellos tan sólo Beaver (1966) y Blum (1974) hacen observaciones acerca de una posible teoría subyacente que explique la quiebra de las empresas a partir de sus ratios.

En ambos casos son modelos de cash-flow. Por ejemplo, Beaver ve a la empresa como un depósito de activos líquidos de la que entran y salen flujos. La solvencia se define como la probabilidad de que esa reserva se agote. También Gentry, Newbold y Whitford (1985) aportan una teoría basada en el cash-flow para sustentar su modelo de predicción de quiebras. Schipper (1977), que estudia el fracaso financiero en las instituciones educativas, propone un modelo económico complejo que trata de maximizar la calidad medida según unos inputs y unas variables de decisión. También Scott (1981) trata este tema de la unión entre los modelos teóricos y empíricos, en el caso concreto de los estudios de quiebra. Las conclusiones a las que llega en su trabajo son optimistas, sobre todo en los modelos empíricos. En cuanto a los resultados teóricos, van a remolque de los empíricos, confiando el autor en que las teorías progresen en el futuro.

En otros tipos de trabajos empíricos, el panorama es similar. Ball y Foster (1982), que revisan cientos de trabajos empíricos también echan en falta el limitado papel que en la mayoría de los casos ha desempeñado la teoría como guía en los estudios empíricos.

 EJEMPLO 2: Otros estudios

Otros autores han planteado la necesidad de proponer modelos formales de comportamiento, en la que los ratios emanen de teorías económicas. Así, para Gonzalo (1983) "no es posible defender un ratio sin una teoría que lo soporte".

Siguiendo a Lev (1983), en las últimas décadas, generalmente han sido las teorías financieras de selección de carteras las que han tratado de dar ese cuerpo formal al análisis contable. Esta búsqueda de un paradigma en el análisis contable se ve incentivada por la aparición de las grandes teorías financieras de los años setenta: el CAPM, Capital Asset Pricing Model o modelo de valoración de activos de Sharpe (1964), el modelo de valoración de opciones de Black y Scholes (1973), el APT, Arbitrage Pricing Theory, de Ross (1976), etc. Aunque lógicamente han sido muchas otras las teorías que han tenido una cierta influencia en el análisis contable, desde nuestro punto de vista la búsqueda de una teoría formal ha sido infructuosa.

La influencia de las teorías del caos, proveniente de la Física y de la lógica difusa o fuzzy, se empieza a notar en el análisis contable. Los modelos de análisis contable propuestos más recientemente están basados en procesos estocásticos, como el de Tippett (1990). En este trabajo se asume que los ratios se generan por movimiento browniano o por un camino aleatorio elástico, lo que nos lleva a negar la hipótesis de proporcionalidad de los ratios, en la que se han basado la mayor parte de los estudios empíricos en Contabilidad. Otras conclusiones de este trabajo apuntan a que no podemos estar seguros de las propiedades de las distribuciones de los ratios, siendo la hipótesis de normalidad una excepción más que la regla. Además, estos modelos suponen que los ratios son funciones no lineales del tiempo.

Un ejemplo de esta tendencia en el campo de las finanzas es el trabajo de Refenes, Zapranis y Francis (1994) donde presentan el modelo DynIM© . Este modelo es una versión dinámica y no lineal del citado APT. Según estos autores, el problema del APT es que muestra que hay un camino para predecir las rentabilidades de las acciones pero no dice cómo. Su modelo consta de una red neuronal que utiliza tres variables extraidas de los estados contables de las empresas. Es un modelo dinámico porque es reentrenado a menudo, teniendo en cuenta por ejemplo las recesiones en la economía, etc. Las relaciones entre las variables que utilizan y las rentabilidades buscadas son muy complejas, lo que es un inconveniente para el APT, que generalmente se estima con regresiones multilineales, pero no para la red neuronal, que es un modelo no lineal. Los resultados que obtienen en la práctica son muy satisfactorios, aunque desafortunadamente las variables que emplea están registradas, por lo que no se pueden replicar sus estudios.

Lev (1978, pag 182) plantea una serie de dudas sobre los modelos empíricos en el sentido de que se comportan bien a la hora de clasificar, de describir, pero no de predecir. Estamos de acuerdo con Lev en que los modelos actuales no son estables en el tiempo, pero, ¿falla el modelo o es que el sistema económico realmente es cambiante?. ¿Es una sorpresa que el modelo de predicción de quiebras de Altman (1968) no funcione treinta años más tarde?. Quizá la incorporación de estos sistemas no lineales y dinámicos mejore al menos la capacidad predictiva a corto plazo.

Siguiendo con el tema de la predicción de la quiebra, Barnes (1987) considera que un modelo es útil para propuestas predictivas, sólo si las relaciones subyacentes y los parámetros son estables en el tiempo. En nuestra opinión eso es muy difícil de lograr por la propia naturaleza cambiante de la economía y nuestra propuesta será un modelo dinámico, que recoja estos cambios. Los modelos de Taffler (1982 y 1983) en el Reino Unido y Altman en los Estados Unidos varían a menudo sus coeficientes pero son aplicados por las empresas.

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