El producto agua es el resultado de la puesta en marcha de un macro proceso natural muy complejo que exige, tal y como afirma Martínez (1997, pp.33), el diseño de un sistema de gestión especial, apoyado en “la cultura, el conocimiento y la sensibilidad”. Con el objeto de agrupar a todas las líneas de pensamiento que han surgido, conscientes de esta nueva necesidad, aparece la llamada “nueva cultura del agua”, término con el que se pretende completar la antigua concepción del agua añadiéndole un fundamento social y ambiental que, en muchas ocasiones, son los que deben marcar las pautas de actuación.
Según Aguilera (2002) la nueva cultura del agua aporta
una visión democrática a la problemática
del agua frente a la respuesta autoritaria que ofrecía
la noción antigua del agua.
Al asumir esta nueva concepción del agua estamos aceptando,
automáticamente, estos diez mandamientos del agua en los
cuales se recoge toda la filosofía que debe imperar en
toda relación que se establezca con este recurso que,
en definitiva, nos garantiza la vida.
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