Se ha pasado de la filosofía de la reivindicación
y negociación a la de la resignación y adaptación
a las condiciones que
el contexto económico nacional y mundial va imponiendo.
Se está produciendo, a causa de su escasez y la lucha
por su consecución, lo que se ha denominado el desarme
ideológico del trabajo, como consecuencia de la regresión
de los modelos democráticos y de las políticas
sociolaborales. Como señala L.E. Alonso (ALONSO, L.E.
(1999) - "Trabajo y crisis del Estado del Bienestar: el
empleo y la nueva sociedad civil", Documentación
Social, 116, 44-45): "la política laboral tiende
cada vez más a sustituir los elementos de negociación
y derecho público por la filosofía de la adaptación
y dependencia individual -o de simple resignación individual- a las imposiciones del mercado de
trabajo; ha quedado así abierta la era de la 'empleabilidad'
y 'las competencias laborales', movilización del esfuerzo
y la responsabilidad personal para ser aceptado dentro de un
orden regido por la flexibilidad, la adaptabilidad y la empresarialidad
y la idea derivada de que aquél o aquélla que no
tiene empleo es porque no ha demostrado el suficiente afán
personal para conseguirlo"
El modelo actual produce un cierto 'desajuste social', en la manera en que prima y selecciona
a los grupos consolidados y más competitivos, y contribuye
a su éxito y reconocimiento social, y excluye a los menos
cualificados, que se encuentran con dificultades para su inserción
sociolaboral, y que disfrutan de unas condiciones de trabajo
más precarias.
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