Criterios de validación científica |
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En este sentido, parece claro que si el problema surgía porque era imposible verificar la verdad de un enunciado universal a partir de un número finito de enunciados singulares la solución tendría que ir tratando de bajar el nivel de exigencia y renunciar a la vieja aspiración de verificar la verdad. Una descripción muy bien ilustrada de la historia de esta renuncia puede encontrarse en el Capítulo 8 del libro de Lakatos (1981);
ahí puede verse el papel jugado por conceptos como el de probabilidad, apoyo evidencial, creencia racional y cociente de apuesta hasta llegar a lo que llama: "abdicación del juez inductivo". Brown (1983) relaciona este tema de la renuncia con el surgimiento de una rama más moderada del positivismo lógico que llama empirismo lógico a cuyo frente se situaría Carnap. En el siguiente párrafo se recoge esta idea: "Pero la mayor parte de los positivistas eligieron renunciar a la estricta teoría verificacionista del significado y reemplazarla por el requerimiento de que una proposición con significado debe ser susceptible de ser contrastada por referencia a la observación y el experimento. Los resultados de estas contrastaciones no necesitan ser concluyentes, pero deben proporcionar el sólo fundamento para determinar la verdad o falsedad de las proposiciones científicas". Reconociendo la imposibilidad de verificar concluyentemente cualquier proposición científica, ciertos autores proponen reemplazar la noción de verificación por la noción de "confirmación gradualmente creciente". [Ver Brown (1983)] o por distinguir entre los sentidos 'fuerte' y 'débil' de la verificación. Respecto a esta última distinción, tiene interés el siguiente párrafo de Porta (1983): "Una proposición es verificable en sentido fuerte siempre y cuando su verdad pueda ser concluyentemente establecida mediante la experiencia; una proposición es verificable en sentido débil o parcial si es posible para la experiencia hacerla probable".
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