El
desarrollo
de la sociedad de la comunicación está contribuyendo a la democratización del conocimiento, en el sentido de que la información
queda al alcance de todo aquél que dispone de medios para
poder acceder a ella, pero a su vez está produciendo,
por esta misma razón, un proceso de diferenciación
y dualización social. Como señala Rojo Torrecilla
(ROJO TORRECILLA, E. (1999) - "Notas sobre los cambios en
el mundo del trabajo y la globalización económica",
Documentación Social, 116, 71-72): "se observa claramente
la polarización
existente en los mercados de trabajo como efecto de la mundialización
económica y de la revolución informática, destacando por una parte quienes poseen
cualificaciones superiores y un alto nivel económico y
de reconocimiento social, y de otra la proliferación a
escala mundial de puestos de trabajo poco gratificantes, de duración
temporal, mal remunerados y con escaso nivel de protección
social, siendo especialmente preocupante el problema de los 'trabajadores
empobrecidos', es decir, aquellos que tanto en la economía
regular como en la informal no pueden salir del círculo
de la pobreza aun prestando una actividad laboral, por no hablar
ya de los desempleados. Se constata que el crecimiento económico
no basta para absorber la mano de obra sobrante y que 'las tasas
de crecimiento desiguales' y el nuevo modelo de organizar la
producción han desestructurado en muy gran medida la economía,
por la desconexión cada vez más pronunciada entre
los mercados internacionales de capital y los mercados nacionales
de trabajo"
El conocimiento tecnológico, y concretamente el saber informático a nivel de usuario, resulta imprescindible, para poder relacionarse en la sociedad, y para la consecución de cualquier tipo de empleo, de manera que a nivel social podemos diferenciar, y todavía más en un futuro próximo, entre aquellos que 'saben' y los que 'no saben', que son los que tienen mayores dificultades de integración sociolaboral. Las ocupaciones especializadas que exigen para su desempeño conocimientos superiores, y que suelen estar relacionadas con tecnología avanzada, son ocupadas por grupos profesionales de elite, con buenas condiciones laborales, que contrastan con el resto de trabajadores que se encuentran sometidos a la ley de oferta y demanda que regula el mercado, lo que contribuye a la precariedad laboral.
La flexibilidad
es un requisito indispensable que debe reunir cualquier trabajador
que aspire hoy en día a un puesto de trabajo más
o menos estable, lo que supone una capacidad de adaptación
a las diferentes funciones y actividades dentro de la empresa.
Las personas más cualificadas suelen tener una actitud
más favorable a los cambios y se encuentran más
capacitados para asumir nuevas tareas y ocupaciones.
