Participación y comunicación: discurso publicitario actual.
III. Publicidad y participación.
b. La ironía y el humor: procesos cognitivos. La ironía.

b. La ironía y el humor: procesos cognitivos. La ironía

En los estudios contemporáneos ha vuelto a aparecer la división, propuesta por Quintiliano, de la ironía como tropo y como figura de pensamiento. Entre los defensores de esta tesis está Kerbrat-Orecchioni (1980) : la ironía es un tropo de invención que opera in absentia . El significado literal (significado 1) es actualizado en primer lugar y de acuerdo con la competencia del receptor. Si determinados hechos privan de consistencia a ese significado 1, la interpretación se encamina hacia un significado 2, construido a partir del significado 1, en la ocurrencia de una regla de transformación antinómica compatible con el contexto y el cotexto. Ayudándose de la noción pragmática de intencionalidad , llega a la conclusión de que en la ironía existe una contradicción entre lo que se dice y lo que se supone que quiere dar a entender. Díaz Migoyo (1980) sostinen que toda ironía debe poseer una triple condición constitutiva: "que su tener literal sea semánticamente verosímil, pragmáticamente contradictorio y deseable en el contexto de la enunicación". Para Morier (1975), la ironía funciona exclusivamente por un procedimiento semántico de inversión, bien de sentido o de situación presentada. Respecto a este enfoque de tipo retórico, Ballart (1994) argumenta que los intentos retóricos de renovar el tratamiento de la ironía están todavía en germen.

El acusado componente comunicativo de la ironía, su corriente de complicidad entre emisor y receptor y su peculiaridad ilocutiva hacen que las aportaciones desde una perspectiva pragmática sean numerosas: Grice (1975) hace hincapié en la proposición contradictoria que lleva implícita la ironía. Reichert (1977) considera la ironía un acto fingido. Searle (1979) pone en contacto los modos de la metáfora y de la ironía con los actos indirectos, donde difieren el sentido de la frase y el sentido de la enunciación. Sperber y Wilson (1978) parten de las nociones de empleo y mención : cuando un hablante emplea una expresión está designando lo que esa expresión designa, pero cuando la menciona, lo único que está designando es la expresión misma, tomada en su valor metalingüístico. La ironía será siempre, para estos autores, una mención: el que ironiza produce un enunciado como eco de otro enunicado. Berrendonner (1981) defiende una función fundamentalmente defensiva de la ironía. Ducrot (1984) destaca la polifonía enunciativa en el caso de la ironía.

Lo que está claro es que en la ironía se produce un "extraño" proceso de inferencia que suele denominarse antífrasis. Peña-Marín (1985) señala que el ironista actúa estratégicamente al prever que el interlocutor-destinatario comprenderá que no quiere decir lo que dice: "La consecuencia más inmediata es aquélla que busca la diferencia en lo opuesto (...) el destinatario buscará lo que se opone , sea a nivel semántico o pragmático, a lo que dice el locutor". Según Abril (1990-1991:96) "esa inferencia antifrástica no procede "directamente" desde el término dado al opuesto sino en virtud de una hipótesis mediadora que evoca el campo de relevancia en el que el término dado se puede oponer a otro(s) por contrariedad o contradicción. Así, al decir irónicamente "ése sí que es un altruista" no proponemos una inferencia que "automáticamente proceda a buscar un opuesto a "altruista". Según la teoría griceana de la implicatura, lo que hacemos es señalar la inconveniencia de nuestro enunciado". La ironía se diferencia de la metáfora en que esta última no es "para "sustituir" uno por otro o para "asimilar" uno a otro, sino para dejar indeterminada (...) la relación misma entre esos universos".

En un análisis exclusivamente pragmático de la ironía verbal, Torres (1999: 92-02) dice estar de acuerdo con la afirmación de que en muchos enunciados irónicos, se produce un caso especial de cita que algunos autores llaman "eco". En esos casos de ironía ecoica, el emisor se remite al contenido de otro enunicado para deformlarlo, exagerarlo o modificarlo, con la intención de mostrar una actitud negativa ante el estado d cosas aludido o hacia su autor. Sin embargo, prefiere hablar de ironía en términos de actitud comunicativa señalando que la actitud irónica se manifiesta por medio de un procedimiento de mención, que consiste en un distanciamiento o no compromiso del hablante con la veracidad del contenido proposicional. Este distanciamiento es lo esencial en la ironía y, como recurso pragmático, se manifiesta con un uso ecoico del lenguaje y en función del cual se puede hallar contextualmente la pertinencia del enunciado y lo que realmente desea comunicar el hablante. En páginas siguientes (1999:166-167), señala que normalmente el hablante marca su enunciado como irónico por diversos medios (tono de voz , referencia a acontecimientos pasados, por ejemplo) para facilitar la tarea interpretativa del oyente en busca de las pertinencia, y procurar que el sentido interpretado sea lo más aproximado posible al pretendido por él.

El fenómeno de la comunicación lingüística es, desde la perspectiva del hablante , una estrategia encaminada a la consecución de un cierto propósito, y cuyo producto se plantea como juego lingüístico que el interlocutor ha de resolver pertinentemente. Desde la perspectiva del oyente, son las operaciones que éste debe realizar para resolver ese problema y responder en consecuencia. El éxito comunicativo consiste en la captación por el oyente del sentido que va asociado a la expresión emitida por el hablante. Para la correcta resolución del problema, son necesarios unos datos mínimos, datos que el oyente tiene que interpretar. Estos datos son, por un lado, las formas lingüísticas utilizadas, para descubrir el sentido del enunciado y su fuerza intencional o ilocutiva y, por otro, el conjunto de supuestos contextuales o contexto. Todos estos datos deben mostrar su presencia activa y eficaz en cada momento del desarrollo de la comunicación, y el interlocutor tendrá que interpretarlos inferencialmente.

La particularidad comunicativa de la ironía es, precisamente, la amplia gama de implicaturas de carácter débil que provocan, entre las que en ocasiones no queda de manifiesto el sentido del enunciado. Este juego inferencial y el número de implicaturas resonstruído permiten el efecto lúdico de la comunicación irónica y su efectividad comunicativa. El hablante obliga al oyente a construir en común determinados sentidos en un juego placentero que pone de relieve la complicidad entre ambos.

Este juego inferencial exige un tipo de proceso cognitivo, el de la inferencia. La comprensión del discurso es una función inferencial muy compleja que, partiendo de un conjunto de oraciones, produce un conjunto de proposiciones explícitas o inferidas, y en una segunda fase (no necesariamente secundaria a la primer, ni en un plano temporal ni en uno psicológico), elabora una trama de intenciones, a partir de las ideas o proposiciones. En las situaciones comunicativas normales, el discurso no hace explíticas todas las ideas necesarias para su comprensión -llevándose esto mismo al límite en el caso de situaciones cominicativas no literales o indirectas- sino que da por supuesto un número enorme de ellas, y deja otras a la libre o necesaria inferencia del que comprende. Una afirmación como la que sigue podría resultar clarificadora al respecto: cualquier unidad de discurso se deriva de un compromiso entre lo tácito y lo explícito, que pone de relieve el carácter esencialmente inferencial que posee la comprensión del discurso. Todo texto o discurso puede concebirse como una especie de compromiso entre un conjnto de información codificable y otro conjunto inferible. Según el modelo comunicativo de Sperber y Wilson (1994), al destinatario se le otorga el proceso de la inferencia, pero advierten que "el destinatario no puede ni descodificar ni deducir la intención comunicativa del emisor. Lo mejor que puede hacer es construir un supuesto sobre la base de las pruebas que ofrece la conducta ostensiva del emisor", de manera que "el proceso de comprensión inferencial es global ( 1994:87) y de ahi que en ocasiones la comunicación pueda fallar. En palabras de M.V.Escandell (1996:114) "la inferencia es un proceso que crea un supuesto a partir de otro", es decir, es de tipo deductivo.                
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